TESTIMONIO DESDE COLOMBIA #3







Mi Historia

Escribo estas palabras para que se conozca mi historia, para elevar mi voz y dejar un registro que también sirva como llamado de alerta y así tratar de evitar que otras mujeres vivan una experiencia como la mía. Elijo este momento para hablar y este es el resumen de mi historia.

Yo conocí a la comunidad Vrinda en el año 2005, lo que encontré en ese momento coincidió con mis ideales, mis búsquedas, lo que consideré que era la manera indicada para desarrollar mi proceso espiritual. Después de vivir en el ashram de las madres por algunos meses decidí iniciarme y en el año 2006 recibí de parte de Bhakti Aloka Paramadvaiti (BAP) el nombre de Raval Devi Dasi. 

Desde ese momento mi vida se centró en el desarrollo de los proyectos locales y demás servicios comunitarios en Medellín, Colombia. En el 2010, tuve lo que fue la primera experiencia invasiva de su parte hacia mi. En ese momento estábamos en los termales de Santa Rosa de Cabal, Quindío, con un grupo de devotos, todo parecía ser parte de un escenario normal de encuentro de la comunidad, particularmente a él le gustaba visitar lugares donde podía entrar en el agua y sus discípulos querían complacerlo, porque los discípulos deben buscar siempre complacer a su maestro espiritual, una de mis mayores creencias. Y ahí estábamos, alrededor de él, con un par de devotos más hablando sobre lo que iba a ser mi primer viaje a la India, viaje al cual él me invitó, indicando al presidente de templo que pagara mi tiquete, razón por la cual yo me sentía muy emocionada y agradecida pues era un gran regalo y justo ahí, en medio de la conversación, sentí que me tocó la cadera. Tanto la sorpresa, como la incapacidad de aceptar que eso fuese posible y que de hecho hubiese pasado, me mantuvo en silencio, incluso lo olvide.

Luego de este episodio fue hasta el año 2015 donde todo se tornó aún más inconcebible. Durante ese último período de cinco años había estado vinculada en el área de Yoga Inbound, servicio que me ubicaba más cerca de él, recibiendo instrucciones directas, trabajando a su plena disposición, con constantes reuniones, revisiones, y él siempre tenía una idea nueva, algo que precisaba de mi atención continua, era parte de su “oficina”. Lo cual, a la vista de los devotos, era una bendición muy especial hacia uno y por ello había que sacrificarse para mantenerla.

En uno de esos momentos estábamos solos en su oficina en Mayapur, India, viendo algo que él quería mostrarme y ahí sentí su mano que bajaba de mi espalda hacia mi entrepierna. Me quedé petrificada, ¿cómo esto podía estar pasando? -“¡De seguro él se confundió! ¡Sin duda él se equivocó!” Estas fueron mis respuestas y luego de un par de segundos él quito su mano y siguió hablándome como si nada hubiera pasado. ¿Qué podía pensar yo? ¿Qué significaba este suceso? Esa noche me desvelé pensando en las posibilidades que podían existir para justificar su comportamiento. ¿Cómo podía explicar que la persona que representaba los ideales más elevados de esta existencia, la persona más querida, a quien había dedicado y entregado mi vida, tuviera tal conducta? La verdad es que no pude responderlo, y de nuevo solo quería olvidarlo y hacer como si nada hubiese ocurrido.

Y así lo hice, actué como si nada hubiera pasado y así él volvió a tocarme de la misma manera y yo no lo detuve. En ese momento él supo que podía aprovecharse de mí y que yo no iba a hablar. ¿Cómo iba a cuestionarlo? Él, ¡quién era el representante de Dios mismo! Esa fue mi creencia. Yo estaba obedeciendo lo que él me pedía y de esta manera yo estaba haciéndolo bien. 

Después todo empeoró, luego me besó, tocó mis senos, mis genitales, me hizo tocar los suyos. Esto lo hizo repetidas veces durante alrededor de un año. Siempre aprovechaba cualquier oportunidad para esto o simplemente la creaba, uso los viajes de auto, donde buscaba la forma de que yo me sentara a su lado, o en las casas de los devotos donde nos quedábamos, increíblemente actuaba sin ninguna vergüenza.

Un día, él mismo trajo a mi memoria esa primera escena que sucedió en el 2010 al decirme: “Siempre recuerdo ese momento en los termales”. Al principio no entendí a que se refería con esto, me tomó un tiempo conectar con ese sentir que en aquel momento experimenté y me confirmó internamente que realmente había sucedido, que no lo había imaginado, que no había sido simplemente un hecho aislado, ahora podía ver cómo todo se conectaba. Lo que parecía un suceso aparentemente sin importancia, se convirtió en la primer pieza de toda esta secuencia de abusos que viví.  

En una ocasión le pregunté si esto que él hacía conmigo también lo hacía con otras madres y él sin dudarlo me dijo que sí, y me dio sus nombres, dijo que la primera vez había pasado con una madre de Argentina alrededor del año 2005 y que la otra era una madre de Colombia. La verdad no pude ver en él ninguna muestra de arrepentimiento o algo parecido, mientras lo confesaba. Él empezó a presentarse hacia mi en una condición de víctima, mostrando su lado frágil, carente, sintiéndose abrumado con tantas demandas y exigencias que continuamente le llegaban de todos lados y al mismo tiempo completamente necesitado y dependiente de mi apoyo, reafirmando una y otra vez su voto de confianza y aprobación hacia mi y hacia el ejemplar servicio incondicional que le prestaba. Todo lo cual ahora comprendo, como parte de su estrategia para cumplir sus propósitos personales, a través de un sutil y bien planeado abuso de autoridad.

Por supuesto, al vivir todo esto mi percepción acerca de él cambió completamente, ya no era más aquel maestro espiritual que yo había idealizado; escucharlo hablar de celibato y principios de pureza después de tocarme, como si nada hubiese pasado, me parecía completamente falso e inconcebible. Ya no quería estar tan próxima a él, me aterraba la idea de volver a sentirlo cerca y tocarme de esa manera, pero al mismo tiempo sabía que si hablaba iba a causar mucho dolor, dolor a toda la comunidad, a cada una de las personas que lo querían a él y a quienes yo también quería y consideraba mi familia, sentía que no podía salirme tan fácilmente de esa situación. Además yo guardaba un aprecio y agradecimiento hacia él, por todo lo que él me había entregado, la filosofía de vida, los ideales, todo lo cual significaba mucho para mí, y esto me hacía seguir fiel a su lado… y él lo sabía muy bien. Cada vez que él me llamaba a su oficina, muchas veces ya entrada la noche, yo experimentaba gran ansiedad internamente, muchas veces intenté evadirlo, pero él siempre enviaba algún devoto que me recordaba ‘cuán importante y necesario era mi servicio’ para él.

Por otro lado, ¿cómo explicar que a pesar de todo esto yo quería que él estuviera bien, que se recuperara, que siguiera haciendo lo que yo aún consideraba que era ayudar a las personas?. Todo era una gran contradicción para mí.

Finalmente un día en Vrindavan, por alguna razón llegó a mí una carta de una madre que describía lo terrible que se sentía después de haber permitido que él la tocara íntimamente. En ese instante, repentinamente, todo cambió para mí, saber que él estaba haciendo sentir mal a otras madres fue demasiado fuerte, y en ese momento, por primera vez lo enfrenté y obviamente no pudo negarlo, y entonces le dije que si sabía que él estaba haciendo esto a alguien más, yo misma iba a denunciarlo ante todos. Ahí le di otra oportunidad, de nuevo creí en él y en que todo podía ser diferente.

Lamento profundamente no haber tenido el valor de hablar en ese momento, siento no haber podido detener su acción depredadora, lamento profundamente que no pude protegernos. Lamento por cada una de las mujeres que sufrieron debido a su engaño y mal uso de poder, y por aceptar ser parte de una historia de abuso que se repite nuevamente en manos de un erróneamente llamado “predicador del amor”.

Me costó mucho abrir los ojos y aceptar por fin que he sido abusada por aquel que acepté como mi maestro espiritual, que fui vulnerable a su lastimoso ejercicio de poder y manipulación, creando un escenario donde a muchas de sus víctimas nos hizo sentir importantes, reconocidas, aceptadas e incluso favorecidas espiritual y materialmente, a cambio de mantener nuestro servicio fiel y reservado hacia él, siempre dispuestas a suplir todos sus caprichos sin ninguna objeción. Ahora, después de que finalmente han salido tantos casos a la luz, sé que muchos piensan que nosotras hemos pecado de ‘consentimiento’ por no habernos negado a sus reiterados acosos íntimos, a ellos les pido que intenten comprender a cuál grado de confusión e impotencia una persona puede llegar frente a un abuso de autoridad espiritual, si su carácter es más frágil y vulnerable a ello, como ha sido el caso común de sus víctimas, el cual él supo bien detectar, en contraste con muchas otras que por naturaleza nunca se hubiesen sometido a ello. Sin duda él supo manejar bien esto, y sé que muchas mujeres que no cedieron a su intento de abuso pueden también atestiguarlo. Esto también puede ser bien percibido, haciendo una lectura imparcial sobre las respuestas muy similares que la mayoría de las madres afectadas tuvieron frente a sus tentativas de abuso y manipulación.

Por ello acepto la parte de responsabilidad que me corresponde a mí, por haber caído en su juego de  manipulación, al fallarme a mí misma y a mis hermanas que padecieron lo mismo y que por nuestra vulnerabilidad no pudimos reaccionar para frenar esta corriente de abusos a tiempo. Y el resto de responsabilidad se la entrego a él para que lleve su propia carga, buscando sanar de mi parte cualquier sentimiento de rencor o pesar que con él me vincule, y así estar libre para re-construir mi vida con gran fe, dignidad y valor.

Ahora, después de un largo proceso interno, sintiéndome más libre y aliviada al poder reconocerme y expresarme, veo claramente porqué yo no pude hablar a tiempo, porqué no pude detenerlo y lo lamento mucho, pero también sé que ya terminó, ahora puedo decir que ya no tiene ningún poder más sobre mí. 

Y así, una nueva página del libro se abre para mi camino...

Hare Krsna

* Imagen de la Secretaria de Educación Publica de Mexico 

Comentarios

  1. Madre es terrible , Soy Surya Vamsa Das , Ignacio Huarte Boucher . EL abuso sexual no se compara es terrible, pero no solo madres fueron abusadas, muhcos devotos fueron explotados y fueron arruinadas sus vidas , a mi ese engañador me aconsejo dejar la universidad para hacer sankirtan y lo hice , ahora pago las consecuencias . de creer en un farsante .

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  2. Mi caso es muy parecido pero no dentro de la comunidad Vrinda. Eso creo!!! Un maestro de artes marciales que ahora practica AIKIDO. Pero leyendo esto parece muy parecido, el era todo AMOR las mujeres para el eran lo máximo, las mamas de los niños que practicaban en su academia. este caso va a salir a la luz.

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