TESTIMONIO ANÓNIMO DESDE COLOMBIA #2
Escribir estas líneas es quizás una de las cosas más difíciles que he hecho porque ha sido confrontar muchos sentimientos y creencias para intentar reconstruir todo lo dañado en mi alma. Ha sido un proceso tan doloroso como sanador por el simple hecho de romper el silencio y permitirme sentir, llorar y descargar.
No es mi intención alimentar el morbo de los que quieren saber hasta dónde llegaron las situaciones, pero sí me parece importante compartir mi proceso y cómo logré identificar los patrones que me ayudaron a tipificar el comportamiento de mi maestro espiritual como un abusador, esperando que sea de ayuda para otras personas que hayan pasado por la misma situación, e incluso para hacer una reflexión al interior de la institución. Mi nombre lo reservo para los procesos judiciales a que haya lugar.
Cuando conocí a BAP me sentí cautivada por su carisma y me identifiqué con su prédica activista. Casi de inmediato me entusiasmé por participar en sus proyectos y paulatinamente fui teniendo más responsabilidades dentro de la Misión y me hacía feliz poder ser parte de ideales tan nobles. Esto hizo que al mismo tiempo tuviera una relación más cercana y directa con él.
Busqué la asociación de devotos que me inspiraran y gracias a ellos cultivé un sentimiento de rendición hacia mi maestro espiritual. Me enseñaron que el Maestro Espiritual es un devoto puro, que no se contamina, que todo lo que hace es perfecto, que él sabe qué es lo mejor para uno, que cualquier cosa que él me dijera o hiciera era pura misericordia, que él era un padre amoroso y por eso a veces rompía las reglas de la etiqueta, porque él estaba por encima de todas regulaciones, que él está en un plano absoluto mientras que nosotros estamos en un plano relativo.
Busqué la asociación de devotos que me inspiraran y gracias a ellos cultivé un sentimiento de rendición hacia mi maestro espiritual. Me enseñaron que el Maestro Espiritual es un devoto puro, que no se contamina, que todo lo que hace es perfecto, que él sabe qué es lo mejor para uno, que cualquier cosa que él me dijera o hiciera era pura misericordia, que él era un padre amoroso y por eso a veces rompía las reglas de la etiqueta, porque él estaba por encima de todas regulaciones, que él está en un plano absoluto mientras que nosotros estamos en un plano relativo.
Luego empecé a notar ciertas actitudes que me desconcertaron, pero no quería pensar mal, por lo que lo acepté como una muestra de afecto paternal. Los apretones de manos se volvieron abrazos, los abrazos se volvieron caricias y tenía miedo de hablar con otras personas para no cometer ofensas contra el devoto puro. ¿Cómo podría dudar de su pureza? Si todos los demás lo adoraban y confiaban en él. Mis amigos más entrañables lo admiraban, darían su vida por él, y yo también. No, él no podía estar mal, entonces debía ser yo la del problema. Pensaba en la reacción que podría recibir por haber generado en el devoto puro del Señor una actitud así de él hacia mí. ¿A quién podía confesarle yo este pecado?
Sin dar mayores detalles, porque sólo el hecho de preguntar era como criticar, consulté a una amiga muy cercana sobre mi confusión y ella me recomendó hablar directamente con él y que él despejaría todas mis dudas.
A partir de ese momento no le pregunté a nadie más sobre el tema, únicamente lo hablaba con él. Inicialmente me dijo que él siempre me iba a ver como un padre a su hija, pero cuando empezaron a suceder más cosas y volvía a cuestionarlo, me daba argumentos como: que yo debía cuidar su imagen cubriendo sus manos con algo para que los devotos no se enrollen, que a él siempre le tocaba lidiar con los celos de los devotos, que se sentía feliz de tener una amiga de confianza, que se sentía muy solo y carente de afecto, etc”.
A partir de ese momento no le pregunté a nadie más sobre el tema, únicamente lo hablaba con él. Inicialmente me dijo que él siempre me iba a ver como un padre a su hija, pero cuando empezaron a suceder más cosas y volvía a cuestionarlo, me daba argumentos como: que yo debía cuidar su imagen cubriendo sus manos con algo para que los devotos no se enrollen, que a él siempre le tocaba lidiar con los celos de los devotos, que se sentía feliz de tener una amiga de confianza, que se sentía muy solo y carente de afecto, etc”.
Con el tiempo las caricias se tornaron más incómodas llegando al punto de tocar partes íntimas de mi cuerpo o pedirme que tocara las suyas. Cada vez mi secreto se hacía más grave para develarlo.
En varias ocasiones le pedí que por favor retomara sus votos, me pedía perdón y prometía que no iba a volver a suceder. Pero no fue así, sí volvía a suceder conmigo y con otras chicas. Vi varios casos de madres que a pesar de haber sido muy cercanas al Guru, de repente se desanimaban y se alejaban del proceso y tuve miedo de que me pasara a mí también, por eso traté de mantener mi fe por encima de “lo relativo”. A pesar de mis esfuerzos, cada vez me sentía menos motivada para hacer servicio, había perdido todo entusiasmo e incluso llegué a cuestionar mi fe en Krsna mismo. Pero pensé que todo ello era la reacción por mis ofensas.
Yo estaba dispuesta a cargar con la responsabilidad de proteger la fe de mis hermanos espirituales porque sabía que mucha gente iba a sufrir con esa verdad, se vendrían abajo los proyectos que dependían de su imagen y liderazgo, así que sin importar las consecuencias y la reacción que tuviera que pagar, preferí mantenerme callada. Esto pasó durante 6 años en los cuales sufrí en silencio, tuve vergüenza, me sentía contaminada, sucia, CULPABLE.
En medio de mis temores, consulté los textos que hacen parte de nuestra doctrina, los cuales refuerzan el hecho de que la relación con el maestro espiritual es lo más importante para un discípulo, que el Guru es más que Dios, que el devoto puro del Señor es uno entre miles, que ofender o criticar a los vaisnavas que han dedicado su vida a propagar los Santos Nombres del Señor era un suicidio espiritual.
Me sentía acorralada. Guru, Sadhu y Sastra se alineaban para validar lo que estaba sucediendo, estos elementos combinados crearon el ambiente propicio para que se generaran situaciones no deseables como esta. O mejor, llamemos las cosas por su nombre: Se generó una cadena de abusos basada en el poder que se le da a una persona de dirigir el destino y la vida de cientos de discípulos, en la confianza de nunca pensar mal de alguien santo, no nos permitieron advertir que pudiera suceder y por eso no nos protegimos, por esto pudo llegar tan lejos.
A partir de los testimonios de quienes tuvieron el coraje y la dignidad de contar su experiencia, se removió aquella duda que siempre estuvo presente en mi mente y empecé a informarme sobre el tema. De no ser por ellas, no habría podido iniciar mi proceso y seguiría en la más oscura soledad. Hasta hace poco entendí que toda la comunidad ha sido víctima de un sistema sectáreo y fanático que no nos permite ver con claridad las cosas como son.
Entendí que todo lo que él me decía hacía parte de su esquema de manipulación psicológica. Su método sutil donde cada vez va entrando en confianza para que la víctima al permitirlo, crea que también desea que pase, siendo el sentimiento de Culpa su principal arma para garantizar su complicidad y, por ende, la continuidad del mismo.
Comprendí que es común que el abusador tenga una posición de poder y dominancia sobre la víctima y que precisamente nuestro único líder y guía, nuestro faro e inspiración tenía total dominio sobre nuestra voluntad.
Identifiqué que su estrategia consistía en buscar o crear los momentos de confusión como reuniones mientras todos estaban concentrados viendo alguna presentación; en viajes en carro donde todos íbamos incómodos; mientras se tomaban fotografías y todos estábamos mirando hacia otro lado; o cuando nos bañábamos en ríos o lagos con poca ropa y en ambiente “relajado”; o que utilizaba elementos como su chaqueta o alguna maleta para cubrir mientras tocaba algunas partes de mi cuerpo como mis pechos o genitales.
Inicié mi proceso de sanación, entendiendo qué era un abuso. Aprendí que “la violencia sexual es una realidad y engloba un conjunto amplio de actuaciones y conductas, que no está limitada a la invasión física del cuerpo humano y puede incluir actos que no impliquen la penetración ni siquiera el contacto físico”.
Comprendí que es común que el abusador tenga una posición de poder y dominancia sobre la víctima y que precisamente nuestro único líder y guía, nuestro faro e inspiración tenía total dominio sobre nuestra voluntad.
Identifiqué que su estrategia consistía en buscar o crear los momentos de confusión como reuniones mientras todos estaban concentrados viendo alguna presentación; en viajes en carro donde todos íbamos incómodos; mientras se tomaban fotografías y todos estábamos mirando hacia otro lado; o cuando nos bañábamos en ríos o lagos con poca ropa y en ambiente “relajado”; o que utilizaba elementos como su chaqueta o alguna maleta para cubrir mientras tocaba algunas partes de mi cuerpo como mis pechos o genitales.
Inicié mi proceso de sanación, entendiendo qué era un abuso. Aprendí que “la violencia sexual es una realidad y engloba un conjunto amplio de actuaciones y conductas, que no está limitada a la invasión física del cuerpo humano y puede incluir actos que no impliquen la penetración ni siquiera el contacto físico”.
Creo que es importante conocer, informarse y entender el proceso que estamos viviendo porque hasta hace unos días yo misma estaba convencida de que era la culpable de todo, pero entendí que la culpa no era mía. Y EL ABUSADOR ERA ÉL.
Durante este proceso de poder hablar del tema, que es el paso más importante y también el más difícil, me he tropezado con los siguientes obstáculos:
Durante este proceso de poder hablar del tema, que es el paso más importante y también el más difícil, me he tropezado con los siguientes obstáculos:
1. Desconocer del tema. La falta de información es uno de los principales factores que llevan a que no se considere un abuso. Es importante informarse, leer, preguntar, qué es un abuso, cuáles son mis derechos como víctima, a dónde puedo acudir.
2. Pensar que “a mí no me pasó algo tan grave como a otras” también es una barrera porque uno no logra identificarse como víctima. Independientemente de los otros casos, cada una necesita sanar lo que nos pasó individualmente. No importa si no fue tan grave, si fue un abuso, tenemos derecho a hablar y a tener la reparación y tratamiento adecuados.
3. “Yo no fui violada”. La violencia sexual no se limita a la violación o acceso carnal, sino que incluye otra serie de manifestaciones como el matrimonio forzado, el acoso sexual, el manoseo, tocar partes íntimas del cuerpo como genitales o boca con partes del cuerpo como la lengua o los dedos con propósitos sexuales.
4. “Yo no soy víctima porque lo permití”. Si la persona que me abusó tenía poder sobre mí, fue un abuso. Aunque no haya habido violencia física, existen otros tipos de circunstancias coercitivas como la manipulación psicológica o el chantaje emocional.
5. “Quizás yo lo provoqué”. Si en algún momento sentí miedo, vergüenza o si simplemente no fue mi deseo que eso pasara, no fue consensuado. Entonces es un abuso.
6. “Si hablo, toda la comunidad me va a criticar”. Estos son el tipo de argumentos que aprovecha un abusador. Una comunidad espiritual que valora y respeta a las mujeres, no va a criticarme y si lo hacen, no vale la pena estar allí.
7. “Mi familia y amigos van a sufrir”. Sí, van a sufrir, pero aquellos que realmente te aman, te van a apoyar y lamentarán no haberte dado la confianza suficiente para que les contaras antes.
8. “Tengo miedo por mi seguridad”. Es normal en medio del fanatismo religioso tener estos temores, pero al momento de hacer una denuncia legal, las autoridades tienen la obligación de protegernos en caso de que haya peligro por nuestras vidas.
A los demás miembros de la familia vrinda, les pido con humildad y respeto que por favor no afecten los procesos de las víctimas con sus ataques, ya que es sumamente difícil la lucha interna para además tener que aguantar los señalamientos infames de toda una comunidad.
Pensemos por un momento en el daño que se hace a la autoestima de una mujer a la que se le siembra la idea de que no merece el respeto de ningún hombre porque hasta su figura masculina más importante: su padre espiritual, el devoto puro del Señor, no la respeta y la ve como un objeto sexual. En lugar de criticar, cuestionar, o decir “esta también se chifló”, deberíamos tener más empatía e indagar más a fondo porque cuando alguien se atreve a hablar, detrás hay muchas más sufriendo en silencio.
Al interior de una comunidad espiritual donde hay un exceso de ingenuidad y confianza, sumado a los dogmas que le dan una posición de supremacía a una sola persona, es el entorno perfecto para que se presenten este tipo de situaciones. Entendamos que el Abuso Sexual es algo real y que nos puede pasar a cualquiera de nosotras, me pasó a mí y te puede pasar a ti.
Aceptemos que se cometieron los errores y aprendamos cómo hacer para que no vuelvan a suceder porque minimizar los hechos es lo mismo que encubrirlo y encubrirlo, nos hace cómplices de un delito.
Es por esto que considero que el debate no se debe centrar en tratar de demostrar si fue o no fue real, sino en cómo sentar los precedentes para evitar que vuelva a suceder. De lo contrario, estaríamos condenando a toda una generación de maestros y devotos a que, tras el escudo de la compasión y el perdón, normalicen el abuso dentro de una institución que predica valores totalmente diferentes. A los que tienen hijas y a los que no, por ética, o por simple humanidad, no seamos indiferentes ante esta realidad.
Ser compasivos no es igual a permitir la impunidad. En honor a lo que aprendimos juntos, te invito a defender la verdad, a ponerte del lado correcto, a no ser indiferente y hacer lo que tu corazón te diga qué hacer, sin miedo o apego a la costumbre de pertenecer a un grupo.
Cumplamos con nuestro deber prescrito, digamos la verdad y permitamos que Krsna controle el resultado.
Te envío un abrazo de corazón y espero que también puedas sanar.
Gracias por ser tan valientes y no quedarse calladas. Cada testimonio es un engrane más que ayuda al camino de la justicia. Espero que todas o varias de las madres se decidan a hacer una demanda legal, pues lamentablemente Arlan es como el papa de la iglesia católica, nadie dentro de la misión lo va a tumbar, al contrario. Sólo con actas legales se puede estar seguro que tenga menos lugares a dónde ir. Mucha fuerza en tu corazón, espero que tu mente y tu alma encuentren la paz poco a poco.
ResponderEliminarLo siento mucho! Es lamentable que ésto pase y otros sean cómplices en mantenerse callados... Mi apoyo a tú Esencia Divina que es Pura. Namasté
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